sábado, 2 de diciembre de 2017

El 7 de mayo de 1711 nació David Hume


El 7 de mayo de 1711 nació David Hume, una de las figuras más importantes de la filosofía occidental

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David Hume
David Hume

David Hume (Edimburgo, 7 de mayo de 1711 - Ibídem. 25 de agosto de 1776)

Biografía
Infancia y adolescencia [editar]Hume nació en Edimburgo, aunque de vez en cuando durante su vida viviría temporadas en su casa familiar de Chirnside, Berwickshire. A la precoz edad de doce años, su familia le envió a la Universidad de Edimburgo (lo habitual era ingresar a los catorce). 

En un principio decidió dedicarse al derecho, pero acabó desarrollando, según sus palabras: «una infranqueable aversión a todo excepto las indagaciones de la filosofía y al saber general, y mientras mi familia creía que estaba estudiando detenidamente a Voet y Vinnius; Cicerón y Virgilio eran los autores que devoraba en secreto ». Mostró poco respeto por los profesores, como se recoge en un comentario suyo de 1735 a un amigo: «No hay nada que se pueda aprender de un profesor que no se pueda encontrar en los libros». 

En 1729, a la edad de dieciocho, Hume realizó un descubrimiento filosófico que le abriría «un nuevo lugar del pensamiento». No dijo cuál había sido ese descubrimiento, pero parece probable que fuese su teoría de la causalidad - que nuestras creencias acerca de la causa y el efecto dependen de los sentimientos, la costumbre y el hábito, y no de la razón o las abstractas e imperecederas leyes de la naturaleza. 

Primeras obras
En 1734, tras unos meses en Bristol, dejó el estudio autodidacta y realizó experimentos mentales en La Fleche (Anjou, Francia). Durante los cuatro años que permaneció allí, diseñó su plan de vida, como escribiría en De mi propia vida, decidiendo «hacer que una estricta frugalidad supla mi falta de fortuna, para mantener mi independencia intacta, y para considerar todos los objetos contingentes excepto la mejoría de mi talento para la literatura». 

En La Fleche completó Tratado de la naturaleza humana a la edad de veintiséis años. Aunque hoy en día se considera al Tratado el trabajo más importante de Hume y uno de los libros más relevantes de la historia de la filosofía, el público británico le dispensó una fría acogida. El mismo Hume describió la falta de reacción popular ante la publicación de su Tratado en 1739–40 al escribir que «Nacido muerto desde la imprenta, sin ni siquiera alcanzar la distinción necesaria para levantar un murmullo entre los fanáticos. 

Pero, de temperamento alegre y optimista, me recuperé pronto de la decepción y proseguí con ardor mis estudios». Entonces escribiría Un resumen de un libro publicado recientemente; titulado, Tratado de la naturaleza humana. Donde el argumento central del libro se ilustra y explica. Sin revelar su autoría, intentó hacer su trabajo más intelegible acortándolo, pero incluso esta labor publicitaria erró en su propósito de despertar el interés en el Tratado. 

Tras la publicación de Ensayos de moral y política en 1744 solicitó una cátedra de ética y pneumática (psicología) en la Universidad de Edimburgo, pero fue rechazado. Durante la Rebelión Jacobita de 1745 fue tutor del Marqués de Annandale. Fue entonces cuando comenzó su gran trabajo histórico Historia de Gran Bretaña (libro), que tardaría 15 años en acabar y cuya extensión supera el millón de palabras, y fue publicado en seis volúmenes entre 1754 y 1762. 

En 1748 ejerció durante tres años como secretario del General St Clair durante los que escribiría Ensayos filosóficos acerca del entendimiento humano, que se publicaría más tarde con el nombre de Investigación sobre el entendimiento humano. Esta obra no alcanzaría más éxito que el Tratado. 

Hume fue acusado de herejía, pero sus amigos le defendieron alegando que al ser ateo estaba fuera de la jurisdicción de la Iglesia de Escocia. A pesar de resultar absuelto y posiblemente debido a la oposición de Thomas Reid de Aberdeen, que durante ese año criticó su metafísica desde el cristianismo, le fue denegada la cátedra de filosofía en la Universidad de Glasgow. 

En 1752, como relata en De mi propia vida, «La facultad de derecho me eligió como bibliotecario, un empleo por el que recibía escasos o nulos emolumentos, pero que puso bajo mi mando una gran biblioteca». Esta biblioteca le proporcionó las fuentes que le permitieron continuar con las investigaciones históricas necesarias para la escritura de su Historia. 

El reconocimiento de su obra
Hume se granjeó notoriedad como ensayista e historiador. Su gigantesca Historia de Gran Bretaña desde los reinos sajones hasta la Revolución Gloriosa se vendió mucho en su época. En ella, Hume presentaba al hombre como una criatura de costumbres, predispuesto a someterse en silencio al gobierno establecido a menos que se enfrente a la incertidumbre. Según él, sólo las diferencias religiosas podían desvíar al hombre de sus vidas cotidianas para hacerle pensar en política. 

El ensayo de Hume De la superstición y la religión estableció las bases del pensamiento laico. Los críticos con la religión de la época de Hume tenían que expresarse con cautela. Apenas 15 años antes del nacimiento de Hume, un estudiante de dieciocho años, Thomas Aikenhead fue juzgado por decir públicamente que el cristianismo era un sinsentido, blasfemia por la que sería ahorcado. Hume siguió la práctica habitual de expresar sus puntos de vista indirectamente, a través de personajes que dialogaban en su obra. 

Además, no reclamó la autoría del Tratado hasta el año de su muerte, en 1776. Sus ensayos Del suicidio, y De la inmortalidad del alma y sus Diálogos sobre la religión no se publicarían hasta después de su muerte, y aún así Hume no figuraban en ellos en los nombres del autor ni del editor. Hume fue tan hábil camuflando sus ideas que a día de hoy todavía se discute si en realidad era deísta o ateo. A pesar de ello, se le denegaron muchos cargos por declararse ateo. 

Hay un relato (probablemente falso) sobre David Hume y su supuesto ateísmo. En él, Hume cae de su caballo en un barrizal y se empieza a hundir. Entonces pasa por allí una anciana y pía dama. Cuando ve al célebre ateo agitando sus brazos en un intento de salvar su vida se acerca al borde y le mira. Hume le suplica a la dama que le acerque una rama para poder escapar, pero ella responde que se niega a menos que proclame su devoción a Dios Todopoderoso. Hume finalmente hace lo que le pide y la dama le ayuda a salir. 

De 1763 a 1765 Hume ejerció como secretario de Lord Hertford en París, donde se ganó la admiración de Voltaire y fue agasajado por las damas de la alta sociedad. Allí trabó una amistad con Rousseau que más tarde se estropearía. Escribió sobre su estancia en París «A menudo añoré la tosquedad de The Poker Club de Edimburgo... para corregir y rectificar tanta exquisitez». 
En 1768 se estableció en Edimburgo. En 1770, el filósofo alemán Immanuel Kant avivó el interés por los trabajos filosóficos de Hume al declarar que le habían despertado de «sueños dogmáticos» (circa) y desde entonces gozó del reconocimiento que había perseguido durante toda su vida. 

James Boswell visitó a Hume pocas semanas antes de su muerte. Hume le dijo que sinceramente veía la vida después de la muerte como «el capricho más irracional». Hume escribió su propio epitafio: «Nacido en 1711, Muerto en [----]. Dejando a la posteridad que añada el resto» que está grabado conjuntamente con el año de su fallecimiento en la «sencilla tumba romana» que dejó escrito que prefería y que está situada, como deseaba, en la ladera este de Calton Hill, desde la que se ve su casa, en el número 1 de St David Street del New Town de Edimburgo. 

Ideas e impresiones
Hume cree que todo el conocimiento humano proviene de los sentidos. Nuestras percepciones, como él las llamaba, pueden dividirse en dos categorías: ideas e impresiones. Así define estos términos en Investigación sobre el entendimiento humano: «Con el término impresión me refiero a nuestras más vívidas impresiones, cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son impresiones menos vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las sensaciones anteriormente mencionadas». 

Más adelante precisa el concepto de las ideas, al decir «Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible pensar en nada que no hayamos sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos». Esto constituye un aspecto importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir que no podemos tener la certeza de que una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos que podamos señalar la impresión de la cual,esa idea, se deriva. 

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